jueves, 22 de noviembre de 2007

El Renacimiento del siglo XXI




Desde que llegué a Salzburgo, uno de los centros mundiales indiscutibles de la creación musical, no he dejado de sorprenderme hasta dónde la imaginación puede llegar, a veces a favor de la música y las artes y otras, en mi opnión, como solamente apuestas excéntricas para llamar la atención, pero que, por suerte, forman parte de esa necesidad humana de innovación y busqueda constante que me merecen todo el respeto.
Lo cierto es que el concepto del arte y las mentes receptoras, todos nosotr@s, evolucionamos paralelamente. Hay muchos teóricos que piensan que nos encontramos tocando fondo, algo así como si estuvieramos llegando al final de un camino grande que se bifurca en infinidad de pequeños senderos inciertos donde vale todo, y donde la idea individual (el camino particular) quiere dejar de estar influenciada por sus predecesores. Yo creo que de este modo, salvo excepciones, sólo se conseguirá un arte muy estéril y cerrado a unos cuantos intelectuales. Por desgracia son pocos los compositores actuales con una sólida formación humanística que les permita crear lenguajes nuevos a través de los ya empleados anteriormente, sin que haya un vacío, un salto evolutivo que impida una recepción mejor del mensaje.
En mi opinión, un gran acierto sería ahondar en un lenguaje unificador de las diferentes manifestaciones artísticas, algo que lleva ya cierto tiempo desarrollando mi gran amigo Agustín Castilla-Ávila con éxito y que seguro llegará a ser referente de creatividad con el tiempo. Un arte que intenta acercarse a tod@s, un arte humanista, hecho por gente capáz de crear al más puro estilo del Renacimiento por la cualidad de saber hablarnos desde cualquier lenguaje expresivo (música, danza, literatura, artes plásticas, cine, ...).

ODA A UN COMPOSITOR

A mi querido amigo Agustín Castilla-Ávila

…y el arte es compuesto por ti,

Y del mismo material estás hecho que tu labor,

Materia del instante de tu luz hecho papel

En el espacio, y voz particular en mi cabeza,

Porque ¡Oh música!, tú nos compones.

Tú nos cantas en la universal lengua de

Intención con cinco dedos, de fuerza con seis cuerdas

Y verdad de un sólo tuyo y mío corazón inquieto,

Y tu enfermedad constante nos cronifica el saber

Preferido de nuestras almas doradas.

En la meta permanezco esperando

Tu amante quehacer de color, sabor y tiempo,

Que se deshace en mi pecho amigo

Para encontrarte desnudo en el misterio de tu simiente.



Salzburg, 14/12/2005 Enrique Adrados Maestre


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