martes, 18 de noviembre de 2008



Que ni el viento la toque, ni mirarla…

Mujer, mi varadero, ni cantarla…

Porque amarga es mi voz, más yo la canto…

Que ni el viento la toque porque tiene

pena de muerte el viento si la toca


Antonio Ferrandis, Chanquete

domingo, 9 de noviembre de 2008

Nostaljia II

A Juan Ramón Jiménez



Asomas por el palco blanco

Tu aliento recogido en primavera,

Y la dejas caer, tierna esencia,

Como pétalos de letras, en mis manos.


Te veo venir, misterio, caminando,

Relleno de atmósferas de versos.

Vas pensando en lo dulce de tus sueños

Y en el despertar desnudo de lo amargo.


¡Canta el aire de tu ausencia al viento

Por las altas cumbres de mis ramas!,


Brilla el aire, corazón eterno,

Conmovido en tu seno y alma.


Enrique Adrados Maestre.Salzburgo, 26 de febrero de 2007

jueves, 6 de noviembre de 2008

LA POESÍA


La primera vez estaba solo,

y no me encontraba.

Tú llegaste,

y como de un primer beso de amor

se tratara,

en lo más profundo

de mi alma inocente

me quemaste.

La sutil llaga aparecía

dolorosa,

y en ocasiones

me atravesaba como

la hoja de una

espada,

después el dolor entraba

en etapa de letargo

y callaba.

Tuvo que pasar un tiempo

Para que las ráfagas

de luz desaparecieran,

y en su lugar,

me invadieras los sentidos.

El sendero tortuoso y oscuro,

se volvió camino

de campo florido,

extenso y claro.

Ahora, cuando siento en mi mano

tu presencia,

mi alma se vuelve pluma,

y mi corazón se infla.


Enrique Adrados. Huelva y Ayamonte 1998


miércoles, 5 de noviembre de 2008

YO NO SOY YO

Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.


JRJ. Eternidades

martes, 4 de noviembre de 2008

OLVIDO

Siento decirte que anoche

dejaste algo olvidado:

tu presencia…

has estado en todos mis sueños


Enrique Adrados Maestre. Salzburg, 23 de agosto de 2005

¿Vida igual a muerte?


VIDA, Sustancia, Compendio,

Acortamiento, Restricción, Ahogo, MUERTE

Sólo cinco las palabras que las separan…


Enrique Adrados Salzburg, 2007

viernes, 26 de septiembre de 2008



Su cabellera la tengo al aire,

sus ojos en mis espejos.

He cantado por caminos
con la boca abierta al cielo,
gimiendo, desconsolando,
su secreto descubierto.

¡Cómo canta tu jilguero
romances de antiguos sueños!.

Ella quiere ser de plata,
y ya de oro son sus besos.



Enrique Adrados. H
amburg, 26 de septiembre de 2008

viernes, 8 de agosto de 2008

Mujer sin paraguas

A Danka Nikolic


La mujer sin paraguas
con su falda recogida,
va corriendo por la calle
con sonrisa en las mejillas.

Va a la casa de su amante,
sin mirar la lluvia intensa,
en la carita dos soles
como si fueran de fiesta.

¡Allí me espera mi amor!,
¡allí se me olvida el tiempo!,
me desnudaré en sus labios
y me secarán los besos.

Enrique Adrados Ayamonte, 8 de agosto de 2008

jueves, 29 de mayo de 2008

Cincuenta años sin Juan Ramón

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

Juan Ramón Jiménez. Poemas Agrestes

El 29 de mayo de 1958 moría en Puerto Rico, a las cuatro y cincuenta y cinco de la madrugada, Juan Ramón Jiménez Mantecón. Cincuenta años después la presencia de del poeta queda viva, no sólo en homenaje y recuerdos pasajeros que volarán como las hojas de otoño. Su poesía está ahí, paciente a la lectura en el momento que se desee y en su Moguer, al que dijo que haría inmortal, se respira el mismo halo de belleza, el mismo espíritu andaluz que llevó a su obra.

Desde Puerto Rico llegaba la noticia de su muerte en la crónica de José Luis Castillo Puche. En ese 29 de mayo "ha dejado de ver las estrellas, las nubes, el azul, los pájaros y las rosas, el andaluz universal categórico Juan Ramón Jiménez, después de llamar insistente, patética y desoladamente a su madre. Su voz era recia y su acento como infantil".

El poeta ocupaba la habitación número 11, en el tercer piso de la Clínica Mimiya, perteneciente al doctor Suárez, hijo de españoles, hasta allí había sido trasladado desde el Sanatorio Psiquiátrico de Hato (Tejas), donde hacía diecinueve meses había perdido a su compañera Zenobia .

Fue un tiempo difícil para él esos últimos meses de vida, dice la crónica que a una de las personas que más manía le tenía era justamente la más obedecida y la que más echaba de menos, la buena enfermera señora de Guzmán. "Tan pronto la mandaba a paseo como no le dejaba irse. Constantemente venían hasta el lecho los médicos de turno, médicos amigos y tampoco a estos parecía quererlos recibir. Estaba decidido a morirse. No le importaba".

Sin embargo, cuando se sentía mal en seguida los llamaba y si se le objetaba acerca de estos contrasentidos, decía: "Con los médicos al lado uno se muere mejor"

Quería morirse pero no quedarse solo. Le llamaba quizás el aura de eternidad pero le amedrentaba el pasillo negro de la muerte.

El, que era todo azul, amarillo, verde, rosa, se encontraba ahora fuerte, casi rejuvenecido. Había engordado bastante y hasta la barba la tenía más cuidada y hermosa que nunca. "Daba gusto verlo con su pijama de florecillas y su bata azul de lunares".

No murió solo, ni en el espíritu lejos de Moguer, a la que invocaba insistentemente y que recorría de la mano de su sobrino Francisco Hernández-Pizón, que le acompañaba, con quien conversaba horas enteras evocando el ágil y sabroso Moguer, sus gentes, tipos del pueblo que ya ni existían. Incluso recordaba cuando era muchacho y jugaba al fútbol en una era.

Pocas horas entes de morir se le oía gritar delicadamente el nombre de Moguer. "Anoche, antes de entrar en la agonía pronunció tantas veces el sagrado nombre entre frases cortas y suspiros tremendos, que era como si el poeta hubiera vuelto a la niñez cándida y huérfana, cuando todavía no tenía ni sueño. Por largo rato tuvo sus profundos y bondadosos ojos clavados en las florecillas, verdes y rojas del techo y las paredes de su cuarto, humildad, con el balcón que daba a otra calle estrecha, una calle por la que los vecinos circulaban en pijama por el enervante calor reinante. Resultaba desconsoladora aquella voz que insistía: ¡Madre, madre, ven!... ¡Moguer!...

Su agonía fue natural, sencilla y la muerte fue dulce como una canción que se apaga. Se diría que se ha quedado tranquilo y sonriente, como el pasajero que espera al borde del río el paso de la barca. Cuando espiró estaba junto a él, además de su sobrino Francisco, su enfermera y el padre Benito Cabrera, párroco de la iglesia de San Jorge, que le dio la extremaunción; el cónsul general de España, Ernesto la Orden; el vicecónsul Carlos Fernández Espeso; y los doctores que le asistieron, así como el rector de la Universidad de Puerto Rico, doctor Benítez.

Las últimas visitas que recibió Juan Ramón en este tiempo de viajeros españoles fueron las del infante don Juan de Borbón, Conde de Barcelona, y el alcalde de Madrid, conde de Mayalde.

La prensa de la época recogía entonces que Juan Ramón Jiménez se hallaba dispuesto a regresar a España el día 3 de junio de ese año junto con su sobrino Francisco Hernández-Pinzón Jiménez, "siendo tan firme su propósito que ya tenían en su poder los correspondientes billetes de viaje". La idea era que residiera en Sevilla junto a su hermana Ignacia Jiménez y varios sobrinos.

Aquí hubiera podido optar, según las exigencias de su estado físico, por la vida familiar por un grato retiro en la llamada Casa del Moro, en el barrio de Santa Cruz, de la que era propietario el escritor Joaquín Romero Murube, o por alojarse en una pequeña finca del término municipal de Los Palacios, también propiedad del citado escritor.

Pero ahora, en aquel 29 de mayo, Juan Ramón Jiménez entraba en la eternidad que le proporciona su poesía.

Las muestras de afecto y condolencia se hacían llegar desde todos lados, se sucedían homenaje póstumos. El rector de la Universidad de Puerto Rico, Jaime Benítez, manifestó en torno al Nobel moguereño que "vivió en íntimo contacto con nosotros por espacio de los últimos siete años, ha sido el más grande poeta español de los últimos tiempo y nuestra Facultad y nuestros estudiantes aprendieron y se inspiraron en él. Nos donó su biblioteca y siempre nos demostró su afecto y amistad". El gobernador de Puerto Rico Luis Muñoz Marín, en telegrama dirigido a su sobrino, decía que "Puerto Rico pierde con la muerte de Juan Ramón Jiménez a una persona amada y considerada como un compatriota. Su pérdida es para nosotros como la muerte de un hermano querido".

Moguer también entristecía en la distancia por la muerte de Juan Ramón Jiménez. La noticia se conocía por las emisoras de radio, "una sincera consideración general sacudió a todos los moguereños que sienten auténtica veneración por Juan Ramón". Inmediatamente se empezaron a recibir en la Casa Zenobia y Juan Ramón cablegramas y telegramas de pésame procedentes de España y de distintas partes del mundo. El recuerdo y el afecto por el poeta era patente por todos.

domingo, 16 de marzo de 2008

QUIEN CANTA SU MAL ESPANTA


Cantar no es sólo la forma de expresión más antigua del ser humano, sino que también puede curarnos de muchos males, según afirma un número de médicos cada vez mayor, por lo que, aunque acaban de empezar a estudiar los efectos benéficos del canto, los especialistas recomiendan practicarlo con regularidad.


Hasta hace muy poco no había estudios científicos al respecto, pero resultados de investigaciones recientes confirman, incluso, que cantar debería ser recetado por el médico, según afirma la doctora Gertraud Berka-Schmid, también psicoterapeuta y profesora de la Universidad de Música y Arte de Viena.

La experta critica en duros términos a los padres y maestros que intentan prohibir a los niños cantar porque "no saben", pues, a su juicio, así se les priva de la capacidad de "personificación", de hacerse persona (expresión que viene del verbo "sonar") y se les cercena la vitalidad y el acceso a la experiencia del sonido.

Ello hace cambiar la conciencia de la personalidad y reduce su desarrollo porque poder levantar la voz, ser escuchado, ser reconocido y aceptado es de importancia vital para un ser eminentemente comunicativo como es el ser humano, señala Berka-Schmid en declaraciones a la revista de medicina austríaca 'Medizin Populär'.

Respiración adecuada

"Cantar es la respiración estructurada", indica la médico, que explica el efecto fisiológico de la respiración profunda, abdominal, que prevalece cuando uno canta y que se convierte en un masaje para el intestino y en un alivio para el corazón.

Además, asegura, esa respiración suministra aire adicional a los alvéolos pulmonares, impulsa la circulación sanguínea e incluso puede mejorar la concentración y la memoria.

En opinión de la especialista, se trata de un remedio óptimo para los males específicos de nuestro tiempo porque equilibra el sistema vegetativo y refuerza la actividad de los nervios parasimpáticos que, en contraposición a los simpáticos, aportan tranquilidad y relax.

Más que armonía

Cantar genera armonía a nivel psíquico y refuerza el sistema inmune para que puedan actuar las capacidades de autosanación frente a problemas hoy día tan frecuentes como los trastornos del sueño, las enfermedades circulatorias o el síndrome 'burn out' ('estar quemado').

Las consecuencias de una estimulación nerviosa excesiva son típicas de nuestro tiempo, afirma la especialista: la gente no puede con sus propios impulsos, se aisla, se bloquea y paraliza o acumula agresividad. A través de la voz, uno es capaz de expresar las impresiones que le invaden continuamente, de tal forma que el sujeto puede deshacerse de una serie de sensaciones. En ocasiones no es posible hacerlo hablando normalmente y ahí el canto desempeña un papel esencial, como ocurre con las canciones fúnebres.

Además de una respiración profunda, el cantar aporta una vivificación de la zona de la pelvis y funciona de forma automática, asegura la experta, para recordar que por algo popularmente se dice "Quien canta, su mal espanta".

No importa desafinar

No hace diferencias con que una persona cante sola, lo haga a dúo, canturree en la ducha o practique el solfeo. Tampoco importa que uno cante con otros muchos en un coro ni que desafine, afirma Berka-Schmid.

El cuerpo es el instrumento del que disponemos para comunicarnos, para echar fuera la ira acumulada, y "emoción" no significa más que movimiento hacia fuera: es decir, salen los sentimientos que no podemos expresar de otra forma. A toda emoción le corresponde un modelo determinado de respiración y, así, quien esté agitado respirará de una manera distinta a aquel que se encuentre triste.

En la práctica, se ha visto que enfermos de Alzheimer, gracias a una canción conocida, han recuperado algún recuerdo o que personas que han sufrido una apoplejía han conseguido volver a hablar a través del canto, recuerda la especialista.



lunes, 18 de febrero de 2008

ADIOS MAESTRO ZANETTI!!

Hoy, como cada día, he leído los obituarios de la prensa nacional de España, y con profunda tristeza recibo la noticia del fallecimiento de un gran pianista y maestro, Miguel Zanetti. Hoy, la música en España está de luto, y una institución, la Escuela Superior de Canto de Madrid tendrá su bandera ondeando a media asta. El Maestro que fue de tantos estudiantes de canto de España, y el colaborador de muchos de los mejores cantantes de la historia, nos ha dejado. Yo pertenezco a la última generación de cantantes que pasó por sus manos. Fueron dos cursos en los que un hombre lleno de sabiduría y la experiencia de un maestro me transmitió mucho de sus conocimientos que ahora poseo como un tesoro. Tan sólo han pasado tres años desde que entré por última vez en su aula de la Escuela Superior de Canto. En las lecciones, casi siempre magistrales, que cada semana recibía de Miguel, sentado ya encorvado en su piano, pude trabajar obras de gran parte de los compositores españoles más importantes, e iniciarme con seriedad en el mundo del Lied alemán, estilo que casi nadie como él dominaba en España. Las canciones de Turina, Mompou, Toldrá, pero sobre todo recuerdo sus lecciones trabajando juntos las Siete Canciones Populares de Manuel de Falla.

Deseo dar un póstumo agradecimiento por su legado intelectual y humano al hombre que supo dar dignidad a su profesión en España, pionero de su arte, y del que ya siempre podremos disfrutar de sus espléndidas interpretaciones en sus numerosas grabaciones.

Enrique Adrados Maestre

Salzburg, 18 de febrero de 2008

jueves, 24 de enero de 2008

La canción Napolitana


¿Qué nos encontramos detrás de una canción? Y sobre todo, ¿qué hay detrás de esas que solemos denominar “música ligera”?.

Marcel Proust decía “su lugar, nulo en la historia del arte, es inmenso en la historia sentimental de la sociedad.” Y añadía: -“El respeto, no digo el amor, a la mala música no es sólo una forma de lo que se podría llamar la caridad y el escepticismo del gusto sino también la conciencia de su importancia social”

Una breve revisión histórica es suficiente para comprender que las raíces de la canción actual napolitana se remontan a la tradición de la canción clásica partenopea –perteneciente a Nápoles-. A partir de allí, esta canción recorrerá el mundo, gracias al fenómeno llamado de trasvase y dejando ver su trascendencia mucho más allá del punto geográfico original. Algo similar a lo ocurrido con nuestro flamenco.

Ayer mismo en Radio 5 Todo Noticias de RTVE pude escuchar en uno de sus espacios dedicado a diferentes versiones de una misma canción, una fea versión, a mi juicio, y por supuesto muy inferior a la original de Domenico Modugno, de Nel blu, dipinto di blu, más conocida por Volare, que, sin embargo, la retuve en forma de silbido durante gran parte del día.

La anécdota manifiesta cierto plus democrático inherente a la música ligera. Las melodías populares, en su concepto de”música difundida” y que no establece jerarquía alguna, también llamada por algunos autores mesomúsica, son de todos, las malas y las buenas, por mucho que le pese a determinados críticos que se enfundan en un “buen gusto” aristocrático.

Los usos de una canción pueden ser triviales e incluso a contramano de su significado verdadero, pero no deben ser desatendidos. Las canciones adquieren vida propia que las vuelve autónomas no sólo de las propósitos originales de su compositor o intérprete, sino incluso, hasta cierto punto, de las discográficas que se encargan de enlatarlas en serie. Nadie sensato negaría los dispositivos del capitalismo a ultranza, tan transparentes como saben revelarse en el pantanoso territorio de la música ligera. Pero se debe otorgar algo de autonomía a nosotros los consumidores, ocupados como estamos en dirigir nuestras vidas, aún en el centro del estómago de la publicidad, el marketing y la propaganda. Porque nosotros somos, en última instancia, quienes nos adueñamos de esas canciones que, a veces con culpa, no dejamos de tararear. Música pegadiza, si, que a veces se adhiere a nuestras meninges como una cancioncilla boba que no nos deja en paz. Pero es que a veces, un par sencillos versos, una melodía atractiva bastan para abrir las puertas de la percepción.

Esta música expresa a veces mejor que cualquier otra el acaecer de una sociedad. Se convierte en un espejo de costumbres que nos narra una cotidianeidad que en ocasiones escapa a los historiadores. Porque por suerte la única autonomía que le es denegada es la del contexto, la de su circunstancia al ver el mundo. Los entresijos del capitalismo la convierten de dominio público, pero me atrevo a decir que toda buena canción siempre se ha anticipado a las condiciones de multinacionales y conglomerados mediáticos. Su existencia es más simple y más verdadera, su sentimentalismo, mas inmediato, su filosofía –no siempre conservadora, como creen sus detractores-, más transparente, y su mensaje más franco.

Canciones que nos narran una historia en unos versos excelsos o espantosos. Canciones que suelen tener una historia curiosa de gestación. Pero sobre todo, canciones que nos permitan advertir la Historia con mayúsculas, no la de los grandes hechos, las batallas y los ilustres, sino la tan cercana y enigmática de nuestros quehaceres diarios y de lo que nos une a los demás.

Dentro de la riqueza de la cultura del pueblo en el Mediterráneo, la música popular italiana se merece una sección aparte. Italia fue siempre un país admirable por su estima hacia la música tradicional, por su culto a la lírica y por su especial manera en el tratamiento de las voces. Igualmente, el sur de Italia se muestra como una de las zonas más exuberantes en este sentido, gracias a su estratégica situación de encuentro de mares y civilizaciones.

La canción napolitana es la música de un pueblo y de una tradición que sin embargo llega a conmover a todos porque es universal. Ellas cantan así al amor o a la belleza de la tierra donde nació, porque ese es su estilo. Unas maneras que ocupa un lugar importante en el corazón de los cantantes y aficionados. Un género eterno, como los sentimientos que expresan sus textos, porque al final, son eternos sentimientos lo que transmite e ilustra toda poesía. Herencia son el bolero y el tango, cuyos orígenes la canción partenopea ha tenido mucho que ver.

Míticos nombres de la lírica –casi siempre tenores- como Enrico Caruso, Tito Schipa, Mario del Mónaco, Giuseppe Di Stefano, y más recientemente Pavarotti y Jaime Aragall, han hecho suyas los grandes éxitos de la canción napolitana por su carácter desenvuelto y expansivo, y han sabido dar a estas melodías toda la frescura y espontaneidad que el género exige. Todo el calor, la pasión y los timbres del Mediterráneo.

Recordemos ahora unas palabras de dos de los más grandes tenores de la historia como han sido Giuseppe Di Stefano y Mario del Mónaco en alusión a nuestro tema:

Para el arte del canto hacen falta, por ende, dos instrumentos, la voz y la expresión: como dos grandes ríos que brotan de dos fuentes distintas, pero confluyen en uno solo en el mágico momento de la representación teatral o de la ejecución concertística de una pieza clásica o de una canción napolitana (esta última, además, constituye el banco de prueba de todos los grandes cantantes). Porque el arte del canto consiste justamente en colorear la palabra con expresión, dominando el propio instrumento natural, la voz.

G. Di Stefano

Las napolitanas requieren un esfuerzo más grande que las arias de ópera, porque requieren cantar a corazón abierto, porque la napolitana responde a un tipo de música con un potencial que te llega a poner la piel de gallina.

M. del Mónaco




Enrique Adrados Maestre

Madrid, 2005



miércoles, 16 de enero de 2008

POEMA A UN NEONATO

A la familia Robles von Blücher



Apenas has soñado...

y ya le canto al pajarillo de vida tierno de tu alma.

Tu primer lloro es sonrisa

de canción recién nacida,

Porque al nacer, me has nacido,

y se ha muerto la agonía.

Tu aliento infantil es beso

de la próxima esperanza

Y una rosita de sueño

en lo dormido de este mundo.

Quiero cantarte una nana,

para que siempre que sueñes,

te sueñes siempre recién nacido.




Enrique Adrados Maestre

Salzburgo, 16 de enero de 2008

viernes, 4 de enero de 2008

Conclusiones más concretas de un hombre



-
Música, tú me compones.


- Entre tantos y tan malos,

me voy a la fiesta de al lado.


- No por dar en el clavo

queda todo ya explicado.


- Lo divino es comerse un buen

potaje amenizado con vino.




Huelva, marzo 1998


Cierra los ojos, mi niña…

¿Recuerdas el perfume de nuestro jardín

y de tus mejillas al sol de la estación florida?,

y cómo tus dedos delicados se bañaban en el

agua de la fuente clara tras el sopor de la siesta.

Con qué dulce cansancio te dormías en el

fresco colchón verde del jardín.

¿Realmente dormías?, tus pies desnudos

en reposo tímido con la hierba, se movían

levemente buscando el contacto con algo cercano

pero ausente. Era el viento lo que mantenía

con vida el jardín en tu descanso. El jardín

estaba en el viento, el viento era el jardín en tus

ojos cerrados, y tu cuerpo se erizaba con él,

que sin avisar llegaba.

Tú esperabas ese aire fresco… -¿por dónde

vendrá ahora mi jardín?

Te gustaba esperarlo con la boca entreabierta y

los hombros desnudos. Y como un suspiro, recorría

tu cara describiéndote lo que yo observaba en silencio.

Noté que te estremecías a su paso susurrante. Tú esperabas

ese aire, ¿verdad?, ¿qué te decía?

¿En qué color y aromas te hablaba?

Tu figura transparente parecía derretirse

dentro del ligero vestido que apenas te abrigaba.

¿Qué produce tanto placer? Eran los hilos

que el viento te enviaba rozando partes de tu cuerpo .

Eras tú la mariposa escogida del jardín.

Tú que volabas en sueños de hierba, flores y

sábana azul al aire. Tú que aspirabas lo profundo

del rosal, de la fuente y de la sombra de los setos,

eras la más consciente del beso del jilguero y del

sonido de mi pecho.


Madrid, 5/05/2005

Madrid y Sin Embargo...



Creí yo mientras la vivía,

pasar sin pena ni gloria

entre sus gentes y calles.

Ahora, desde la montaña,

miro atrás y me recuerdo

ciudadano de Madrid.

Salzburg 17/09/2005



A Joaquin Sabina


Poeta suburbano y cantante cascado.

Chulo como él mismo, vicioso, descarado,

Y sin embargo…

Uno que escribe versos tan sólo de vez en cuando,

Uno que canta a Mozart y recibe sus aplausos,

Uno, discreto, tímido, deportista, educado,

Y sin embargo…

¡Madrid nos mata tanto! ¡Madrid nos ha matado!

Él sigue y sigue muriendo entre sus calles y barrios.

Yo, sin embargo….he muerto dejando al lado su encanto,

Alejándome de todo, marchándome del barrio.

Salzburg 17/09/2005

domingo, 30 de diciembre de 2007

....Y cuando te quedes dormida



…Y cuando te quedes dormida,
explícame, en tus silencios, profundos
de melodías, aquella que te desnuda.
Desgránala nota a nota, viento a viento,
Clima a clima y hazla apasionante tuya.
Acércala a estas manos abiertas y suaves
Y entrégala toda, que yo la tomaré ingenuo,
Pero el vigor será presente.


Enrique Adrados Maestre. Madrid, 2005

¡Denegada!


Dos formas de expresión hallo para estos versos:

Hoy me encuentro denegado para insistir,

hoy me levanto rechazado,

mejor me acuesto.

Hoy me niegan lo que soy

sin yo haberme conocido.

Hoy me encuentro denegado para el triunfo

y para el fracaso.

Hoy la esperanza del pájaro se agota,

hoy la belleza se aleja de mi.


O bien:


¡Hipócritas banqueros ajenos a los sueños!

¡Malversadores del sonido de la primavera!

¡Ignorantes del patrimonio de las almas!

¡Perdedores del testimonio de mi conciencia!


¡Clones pervertidos con corbata!

¡Negadores omniscientes del pecado!

¡Moradores del Olimpo del engaño!

¡Desleales teóricos del Parnaso!


¡Trepadores a costa de quien sea!

¡Muñecos parlanchines con “reaños”!

¡Ciegos por naturaleza humana!

¡Sordos del dolor del aquejado!


¡Religiosos con sotana hecha a medida!

¡Pirómanos rodeados de papel!

¡Magos con chistera en los bolsillos!

¡Firmantes desprovistos del pincel!


¡Aspirantes a gurús de vuestras sectas!

¡Enemigos de los sabios milenarios!

¡Tristezas en vuestras caras de mecenas!

¡Calaña con gomina y guantes blancos!


Enrique Adrados Salzburg, 1/10/2005


Recuerdo



( a mi abuelo)

Recuerdos de otros tiempos

que fuisteis míos,

hoy son recuerdos…


Madera vieja, techos altos

encalados,

azoteas soleadas y herramientas de

orfebre con herrumbre.


Casa familiar de antaño, del pueblo

con casas blancas y bajas.


Pan, leche fresca desde el umbral.

La penumbra y aliento frío en la garganta

de habitaciones sin puertas.


Y en el salón oscuro, la vieja toda enlutada

sentada en la mecedora.


Su reloj se había parado, sólo un susurro al hablar

y las profundas arrugas de la cara.


-¡anda a jugar al taller!


Taller familiar con olor a pino que se

moría en el olvido.

Para mi, todo un mundo a descubrir.

Pajarillos enjaulados y virutas en el suelo

de un ataúd que pudieron ser. Y la escalera

de piedra enmohecida que nunca supe a qué conducía.


Yo quería reencarnarme en ese hombre y

sentirme parte de mi imaginación.

Porque yo siempre estaba solo, ¿solo?

Era un niño igual que yo el que me acompañaba en mi silencio

vivido que encerraba aquella casa. Es el hombre mismo

hecho conmigo “el que camina a mi lado sin yo verlo”


Enrique Adrados Maestre. Salzburg, 21 de octubre de 2005

Experencia Juanramoniana



- Y anoche, ¿dónde estabas…?

- Después de leer los versos

noté que él me miraba.

- Y antes, ¿Dónde estabas?

- Hallé entre las palabras

aquella que sostenía

más dulce, su esquivo

corazón de estambre.

Pero luego sentí

como sutil y placentera traición,

cómo llegó a clavarse,

hasta notar la mano, su suave

y ardiente espada en mi

desnudo costado al viento.

Quise entonces moverme, hasta que

el último dolor de mis entrañas

tocara su deliciosa y afilada punta

de plata, y recorrer así una eterna agonía

en compañía de mi soledad clavada.


Enrique Adrados Salzburg 4/12/2005

Elegía


A Juan Diego Aguilera Gómez



( A esta tarde triste y fría

no quisiera haber llegado.

A este dolor en el pecho

que me aprieta y que me amarga…

A este silencioso cuarto)


Solamente palabras me acompañan,

solamente recuerdos me alimentan.

Me hundo en este lecho donde escribo

lo que nunca debía haber sido…

lo que siempre se espera muy lejano.

¿Cómo se huye de estas lágrimas vanas?

¿Cómo curar tus heridas abiertas

que me queman el alma, que me queman?

¡Solamente palabras me acompañan!

¡Solamente el recuerdo me alimenta!

Increpo el sacrificio y tu coraje

y a los celos que hoy la vida te reprocha.

¡Devuélveme la música de tus manos!

Quiero oírte cantar de nuevo al viento

desenterrando nuestros sueños que hoy me apenan,

desmembrando tu tesoro en mis entrañas.

Tengo fuego en la garganta que te grita

con la pasión suprema de un hermano.

He de sufrir tu muerte en este día

Y clamo desde el silencio por tu nombre



Enrique Adrados Maestre Madrid, 2 de noviembre de 2004

ELEGÍA AL PERRO DE UN AMIGO


A Unay Robles Febrer


A ti, Arán, a tan noble perro,
A ti, que al invocarte Eco hace honores
En tan blanco valle, valle inmenso.

Cerbero se postrará ante poderosa figura,
Pero ya lo cruzaste, y ¡Oh Arán!
Caronte no te manda barca alguna.

Ya no abrumarás con tal pie ciclópeo al perrillo adolescente
Y Eco no reproducirá tus hoscos ladridos de hielo.

Ya no recibirás a tan fiel amigo
Que creía inexpugnable tu escarpada cima de pelo.

Ya escarabajos y hormigas derriten tus nieves casi perpetuas,
En tu lecho de hierba, arena y tierra sienas.

¡Oh Arán! Siempre separados:
ayer por la puerta enrejada,
hoy por la muerte serena.

Enrique Adrados Maestre. Huelva, noviembre de 1997

ELEGÍA AL GATO



A ti, que andabas suelto por los balcones,
corriendo siempre tras los ratones

de mis zapatos.

- ¡Oida Voda,
que no te metas en los tomates
ni en la albahaca!
- ¡Oida Voda,
no me despiertes con tus besitos
cada mañana.

A ti.
Me recibías cada visita ya en la escalera
Y me alegrabas con los saltitos
Y con tus juegos la tarde entera.

- ¡Estate quieto, no me molestes!
¡Vete de aquí! ¡Raus!
¡Raus!
¡Que no me brinques, que no me corras!
- Ahora me escondo en un calcetín ¡Miau!
¡Miau!

Ingenuo enano con rabo rojo y el pelo cano,
dientes de leche, carita china
merodeando por la cocina. ¡Cuántas veces
te dijeron!:
- ¡Ay! Monchito, pórtate bien que te voy a regalar.
¡Ay! Gatito, qué penita, ya no te puedo cuidar.

A ti, gato travieso.
Ya no desarmas las cosas,
y no cazas abejitas ni persigues mariposas.
Ahora estás tranquilito.

- ¡Oida Voda!,
que te han matado, lindo gatito,
¡qué mala suerte!
¡Oida Voda!,
que te me has ido con el verano
ya para siempre.

A ti, testigo último de confesiones…
y no es su cama ni en sus canciones,
quiero decirte:
Con el verano nos fuimos
¡Maldita sea! ¡Confiésalo!
Sin molestias queda ella
Y sin su amor quedo yo


Enrique Adrados Maestre, Salzburg, 23 de agosto de 2004


El Castillo

Veo un castillo,

un castillo con siete almenas,

siete almenas que despuntan

en un cielo triste y gris.

En la frente, tras el foso,

una gran puerta de hierro,

con cuatro goznes que dicen:

-¡No pasareis por aquí!




Enrique Adrados Ayamonte 1995