Cierra los ojos, mi niña…
¿Recuerdas el perfume de nuestro jardín
y de tus mejillas al sol de la estación florida?,
y cómo tus dedos delicados se bañaban en el
agua de la fuente clara tras el sopor de la siesta.
Con qué dulce cansancio te dormías en el
fresco colchón verde del jardín.
¿Realmente dormías?, tus pies desnudos
en reposo tímido con la hierba, se movían
levemente buscando el contacto con algo cercano
pero ausente. Era el viento lo que mantenía
con vida el jardín en tu descanso. El jardín
estaba en el viento, el viento era el jardín en tus
ojos cerrados, y tu cuerpo se erizaba con él,
que sin avisar llegaba.
Tú esperabas ese aire fresco… -¿por dónde
vendrá ahora mi jardín?
Te gustaba esperarlo con la boca entreabierta y
los hombros desnudos. Y como un suspiro, recorría
tu cara describiéndote lo que yo observaba en silencio.
Noté que te estremecías a su paso susurrante. Tú esperabas
ese aire, ¿verdad?, ¿qué te decía?
¿En qué color y aromas te hablaba?
Tu figura transparente parecía derretirse
dentro del ligero vestido que apenas te abrigaba.
¿Qué produce tanto placer? Eran los hilos
que el viento te enviaba
Eras tú la mariposa escogida del jardín.
Tú que volabas en sueños de hierba, flores y
sábana azul al aire. Tú que aspirabas lo profundo
del rosal, de la fuente y de la sombra de los setos,
eras la más consciente del beso del jilguero y del
sonido de mi pecho.
Madrid, 5/05/2005
1 comentario:
...un suspiro profundo desde Essen hasta la montañas... ;-)
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