viernes, 4 de enero de 2008


Cierra los ojos, mi niña…

¿Recuerdas el perfume de nuestro jardín

y de tus mejillas al sol de la estación florida?,

y cómo tus dedos delicados se bañaban en el

agua de la fuente clara tras el sopor de la siesta.

Con qué dulce cansancio te dormías en el

fresco colchón verde del jardín.

¿Realmente dormías?, tus pies desnudos

en reposo tímido con la hierba, se movían

levemente buscando el contacto con algo cercano

pero ausente. Era el viento lo que mantenía

con vida el jardín en tu descanso. El jardín

estaba en el viento, el viento era el jardín en tus

ojos cerrados, y tu cuerpo se erizaba con él,

que sin avisar llegaba.

Tú esperabas ese aire fresco… -¿por dónde

vendrá ahora mi jardín?

Te gustaba esperarlo con la boca entreabierta y

los hombros desnudos. Y como un suspiro, recorría

tu cara describiéndote lo que yo observaba en silencio.

Noté que te estremecías a su paso susurrante. Tú esperabas

ese aire, ¿verdad?, ¿qué te decía?

¿En qué color y aromas te hablaba?

Tu figura transparente parecía derretirse

dentro del ligero vestido que apenas te abrigaba.

¿Qué produce tanto placer? Eran los hilos

que el viento te enviaba rozando partes de tu cuerpo .

Eras tú la mariposa escogida del jardín.

Tú que volabas en sueños de hierba, flores y

sábana azul al aire. Tú que aspirabas lo profundo

del rosal, de la fuente y de la sombra de los setos,

eras la más consciente del beso del jilguero y del

sonido de mi pecho.


Madrid, 5/05/2005

1 comentario:

Anónimo dijo...

...un suspiro profundo desde Essen hasta la montañas... ;-)