Que ni el viento la toque, ni mirarla…
Mujer, mi varadero, ni cantarla…
Porque amarga es mi voz, más yo la canto…
Que ni el viento la toque porque tiene
pena de muerte el viento si la toca
Antonio Ferrandis, Chanquete
BIENVENID@ AL BLOG PERSONAL DE ENRIQUE ADRADOS
Asomas por el palco blanco
Tu aliento recogido en primavera,
Y la dejas caer, tierna esencia,
Como pétalos de letras, en mis manos.
Te veo venir, misterio, caminando,
Relleno de atmósferas de versos.
Vas pensando en lo dulce de tus sueños
Y en el despertar desnudo de lo amargo.
¡Canta el aire de tu ausencia al viento
Por las altas cumbres de mis ramas!,
Brilla el aire, corazón eterno,
Conmovido en tu seno y alma.
La primera vez estaba solo,
y no me encontraba.
Tú llegaste,
y como de un primer beso de amor
se tratara,
en lo más profundo
de mi alma inocente
me quemaste.
dolorosa,
y en ocasiones
me atravesaba como
la hoja de una
espada,
después el dolor entraba
en etapa de letargo
y callaba.
Para que las ráfagas
de luz desaparecieran,
y en su lugar,
me invadieras los sentidos.
se volvió camino
de campo florido,
extenso y claro.
tu presencia,
mi alma se vuelve pluma,
y mi corazón se infla.
JRJ. Eternidades
Enrique Adrados Maestre. Salzburg, 23 de agosto de 2005
VIDA, Sustancia, Compendio,
Acortamiento, Restricción, Ahogo, MUERTE
Sólo cinco las palabras que las separan…
Cantar no es sólo la forma de expresión más antigua del ser humano, sino que también puede curarnos de muchos males, según afirma un número de médicos cada vez mayor, por lo que, aunque acaban de empezar a estudiar los efectos benéficos del canto, los especialistas recomiendan practicarlo con regularidad.
Hasta hace muy poco no había estudios científicos al respecto, pero resultados de investigaciones recientes confirman, incluso, que cantar debería ser recetado por el médico, según afirma la doctora Gertraud Berka-Schmid, también psicoterapeuta y profesora de la Universidad de Música y Arte de Viena.
La experta critica en duros términos a los padres y maestros que intentan prohibir a los niños cantar porque "no saben", pues, a su juicio, así se les priva de la capacidad de "personificación", de hacerse persona (expresión que viene del verbo "sonar") y se les cercena la vitalidad y el acceso a la experiencia del sonido.
Ello hace cambiar la conciencia de la personalidad y reduce su desarrollo porque poder levantar la voz, ser escuchado, ser reconocido y aceptado es de importancia vital para un ser eminentemente comunicativo como es el ser humano, señala Berka-Schmid en declaraciones a la revista de medicina austríaca 'Medizin Populär'.
Respiración adecuada
"Cantar es la respiración estructurada", indica la médico, que explica el efecto fisiológico de la respiración profunda, abdominal, que prevalece cuando uno canta y que se convierte en un masaje para el intestino y en un alivio para el corazón.
Además, asegura, esa respiración suministra aire adicional a los alvéolos pulmonares, impulsa la circulación sanguínea e incluso puede mejorar la concentración y la memoria.
En opinión de la especialista, se trata de un remedio óptimo para los males específicos de nuestro tiempo porque equilibra el sistema vegetativo y refuerza la actividad de los nervios parasimpáticos que, en contraposición a los simpáticos, aportan tranquilidad y relax.
Más que armonía
Cantar genera armonía a nivel psíquico y refuerza el sistema inmune para que puedan actuar las capacidades de autosanación frente a problemas hoy día tan frecuentes como los trastornos del sueño, las enfermedades circulatorias o el síndrome 'burn out' ('estar quemado').
Las consecuencias de una estimulación nerviosa excesiva son típicas de nuestro tiempo, afirma la especialista: la gente no puede con sus propios impulsos, se aisla, se bloquea y paraliza o acumula agresividad. A través de la voz, uno es capaz de expresar las impresiones que le invaden continuamente, de tal forma que el sujeto puede deshacerse de una serie de sensaciones. En ocasiones no es posible hacerlo hablando normalmente y ahí el canto desempeña un papel esencial, como ocurre con las canciones fúnebres.
Además de una respiración profunda, el cantar aporta una vivificación de la zona de la pelvis y funciona de forma automática, asegura la experta, para recordar que por algo popularmente se dice "Quien canta, su mal espanta".
No importa desafinar
No hace diferencias con que una persona cante sola, lo haga a dúo, canturree en la ducha o practique el solfeo. Tampoco importa que uno cante con otros muchos en un coro ni que desafine, afirma Berka-Schmid.
El cuerpo es el instrumento del que disponemos para comunicarnos, para echar fuera la ira acumulada, y "emoción" no significa más que movimiento hacia fuera: es decir, salen los sentimientos que no podemos expresar de otra forma. A toda emoción le corresponde un modelo determinado de respiración y, así, quien esté agitado respirará de una manera distinta a aquel que se encuentre triste.
En la práctica, se ha visto que enfermos de Alzheimer, gracias a una canción conocida, han recuperado algún recuerdo o que personas que han sufrido una apoplejía han conseguido volver a hablar a través del canto, recuerda la especialista.
Hoy, como cada día, he leído los obituarios de la prensa nacional de España, y con profunda tristeza recibo la noticia del fallecimiento de un gran pianista y maestro, Miguel Zanetti. Hoy, la música en España está de luto, y una institución, la Escuela Superior de Canto de Madrid tendrá su bandera ondeando a media asta. El Maestro que fue de tantos estudiantes de canto de España, y el colaborador de muchos de los mejores cantantes de la historia, nos ha dejado. Yo pertenezco a la última generación de cantantes que pasó por sus manos. Fueron dos cursos en los que un hombre lleno de sabiduría y la experiencia de un maestro me transmitió mucho de sus conocimientos que ahora poseo como un tesoro. Tan sólo han pasado tres años desde que entré por última vez en su aula de la Escuela Superior de Canto. En las lecciones, casi siempre magistrales, que cada semana recibía de Miguel, sentado ya encorvado en su piano, pude trabajar obras de gran parte de los compositores españoles más importantes, e iniciarme con seriedad en el mundo del Lied alemán, estilo que casi nadie como él dominaba en España. Las canciones de Turina, Mompou, Toldrá, pero sobre todo recuerdo sus lecciones trabajando juntos las Siete Canciones Populares de Manuel de Falla.
Deseo dar un póstumo agradecimiento por su legado intelectual y humano al hombre que supo dar dignidad a su profesión en España, pionero de su arte, y del que ya siempre podremos disfrutar de sus espléndidas interpretaciones en sus numerosas grabaciones.
Enrique Adrados Maestre
Salzburg, 18 de febrero de 2008
¿Qué nos encontramos detrás de una canción? Y sobre todo, ¿qué hay detrás de esas que solemos denominar “música ligera”?.
Marcel Proust decía “su lugar, nulo en la historia del arte, es inmenso en la historia sentimental de la sociedad.” Y añadía: -“El respeto, no digo el amor, a la mala música no es sólo una forma de lo que se podría llamar la caridad y el escepticismo del gusto sino también la conciencia de su importancia social”
Una breve revisión histórica es suficiente para comprender que las raíces de la canción actual napolitana se remontan a la tradición de la canción clásica partenopea –perteneciente a Nápoles-. A partir de allí, esta canción recorrerá el mundo, gracias al fenómeno llamado de trasvase y dejando ver su trascendencia mucho más allá del punto geográfico original. Algo similar a lo ocurrido con nuestro flamenco.
Ayer mismo en Radio 5 Todo Noticias de RTVE pude escuchar en uno de sus espacios dedicado a diferentes versiones de una misma canción, una fea versión, a mi juicio, y por supuesto muy inferior a la original de Domenico Modugno, de Nel blu, dipinto di blu, más conocida por Volare, que, sin embargo, la retuve en forma de silbido durante gran parte del día.
La anécdota manifiesta cierto plus democrático inherente a la música ligera. Las melodías populares, en su concepto de”música difundida” y que no establece jerarquía alguna, también llamada por algunos autores mesomúsica, son de todos, las malas y las buenas, por mucho que le pese a determinados críticos que se enfundan en un “buen gusto” aristocrático.
Los usos de una canción pueden ser triviales e incluso a contramano de su significado verdadero, pero no deben ser desatendidos. Las canciones adquieren vida propia que las vuelve autónomas no sólo de las propósitos originales de su compositor o intérprete, sino incluso, hasta cierto punto, de las discográficas que se encargan de enlatarlas en serie. Nadie sensato negaría los dispositivos del capitalismo a ultranza, tan transparentes como saben revelarse en el pantanoso territorio de la música ligera. Pero se debe otorgar algo de autonomía a nosotros los consumidores, ocupados como estamos en dirigir nuestras vidas, aún en el centro del estómago de la publicidad, el marketing y la propaganda. Porque nosotros somos, en última instancia, quienes nos adueñamos de esas canciones que, a veces con culpa, no dejamos de tararear. Música pegadiza, si, que a veces se adhiere a nuestras meninges como una cancioncilla boba que no nos deja en paz. Pero es que a veces, un par sencillos versos, una melodía atractiva bastan para abrir las puertas de la percepción.
Esta música expresa a veces mejor que cualquier otra el acaecer de una sociedad. Se convierte en un espejo de costumbres que nos narra una cotidianeidad que en ocasiones escapa a los historiadores. Porque por suerte la única autonomía que le es denegada es la del contexto, la de su circunstancia al ver el mundo. Los entresijos del capitalismo la convierten de dominio público, pero me atrevo a decir que toda buena canción siempre se ha anticipado a las condiciones de multinacionales y conglomerados mediáticos. Su existencia es más simple y más verdadera, su sentimentalismo, mas inmediato, su filosofía –no siempre conservadora, como creen sus detractores-, más transparente, y su mensaje más franco.
Canciones que nos narran una historia en unos versos excelsos o espantosos. Canciones que suelen tener una historia curiosa de gestación. Pero sobre todo, canciones que nos permitan advertir la Historia con mayúsculas, no la de los grandes hechos, las batallas y los ilustres, sino la tan cercana y enigmática de nuestros quehaceres diarios y de lo que nos une a los demás.
Dentro de la riqueza de la cultura del pueblo en el Mediterráneo, la música popular italiana se merece una sección aparte. Italia fue siempre un país admirable por su estima hacia la música tradicional, por su culto a la lírica y por su especial manera en el tratamiento de las voces. Igualmente, el sur de Italia se muestra como una de las zonas más exuberantes en este sentido, gracias a su estratégica situación de encuentro de mares y civilizaciones.
La canción napolitana es la música de un pueblo y de una tradición que sin embargo llega a conmover a todos porque es universal. Ellas cantan así al amor o a la belleza de la tierra donde nació, porque ese es su estilo. Unas maneras que ocupa un lugar importante en el corazón de los cantantes y aficionados. Un género eterno, como los sentimientos que expresan sus textos, porque al final, son eternos sentimientos lo que transmite e ilustra toda poesía. Herencia son el bolero y el tango, cuyos orígenes la canción partenopea ha tenido mucho que ver.
Míticos nombres de la lírica –casi siempre tenores- como Enrico Caruso, Tito Schipa, Mario del Mónaco, Giuseppe Di Stefano, y más recientemente Pavarotti y Jaime Aragall, han hecho suyas los grandes éxitos de la canción napolitana por su carácter desenvuelto y expansivo, y han sabido dar a estas melodías toda la frescura y espontaneidad que el género exige. Todo el calor, la pasión y los timbres del Mediterráneo.
Recordemos ahora unas palabras de dos de los más grandes tenores de la historia como han sido Giuseppe Di Stefano y Mario del Mónaco en alusión a nuestro tema:
Para el arte del canto hacen falta, por ende, dos instrumentos, la voz y la expresión: como dos grandes ríos que brotan de dos fuentes distintas, pero confluyen en uno solo en el mágico momento de la representación teatral o de la ejecución concertística de una pieza clásica o de una canción napolitana (esta última, además, constituye el banco de prueba de todos los grandes cantantes). Porque el arte del canto consiste justamente en colorear la palabra con expresión, dominando el propio instrumento natural, la voz.
G. Di Stefano
Las napolitanas requieren un esfuerzo más grande que las arias de ópera, porque requieren cantar a corazón abierto, porque la napolitana responde a un tipo de música con un potencial que te llega a poner la piel de gallina.
M. del Mónaco
Enrique Adrados Maestre
Madrid, 2005
A la familia Robles von Blücher
Apenas has soñado...
y ya le canto al pajarillo de vida tierno de tu alma.
Tu primer lloro es sonrisa
de canción recién nacida,
Porque al nacer, me has nacido,
y se ha muerto la agonía.
Tu aliento infantil es beso
de la próxima esperanza
Y una rosita de sueño
en lo dormido de este mundo.
Quiero cantarte una nana,
para que siempre que sueñes,
te sueñes siempre recién nacido.
Enrique Adrados Maestre
Salzburgo, 16 de enero de 2008
Cierra los ojos, mi niña…
¿Recuerdas el perfume de nuestro jardín
y de tus mejillas al sol de la estación florida?,
y cómo tus dedos delicados se bañaban en el
agua de la fuente clara tras el sopor de la siesta.
Con qué dulce cansancio te dormías en el
fresco colchón verde del jardín.
¿Realmente dormías?, tus pies desnudos
en reposo tímido con la hierba, se movían
levemente buscando el contacto con algo cercano
pero ausente. Era el viento lo que mantenía
con vida el jardín en tu descanso. El jardín
estaba en el viento, el viento era el jardín en tus
ojos cerrados, y tu cuerpo se erizaba con él,
que sin avisar llegaba.
Tú esperabas ese aire fresco… -¿por dónde
vendrá ahora mi jardín?
Te gustaba esperarlo con la boca entreabierta y
los hombros desnudos. Y como un suspiro, recorría
tu cara describiéndote lo que yo observaba en silencio.
Noté que te estremecías a su paso susurrante. Tú esperabas
ese aire, ¿verdad?, ¿qué te decía?
¿En qué color y aromas te hablaba?
Tu figura transparente parecía derretirse
dentro del ligero vestido que apenas te abrigaba.
¿Qué produce tanto placer? Eran los hilos
que el viento te enviaba
Eras tú la mariposa escogida del jardín.
Tú que volabas en sueños de hierba, flores y
sábana azul al aire. Tú que aspirabas lo profundo
del rosal, de la fuente y de la sombra de los setos,
eras la más consciente del beso del jilguero y del
sonido de mi pecho.
Madrid, 5/05/2005
Creí yo mientras la vivía,
pasar sin pena ni gloria
entre sus gentes y calles.
Ahora, desde la montaña,
miro atrás y me recuerdo
ciudadano de Madrid.
Salzburg 17/09/2005
Poeta suburbano y cantante cascado.
Chulo como él mismo, vicioso, descarado,
Y sin embargo…
Uno que escribe versos tan sólo de vez en cuando,
Uno que canta a Mozart y recibe sus aplausos,
Uno, discreto, tímido, deportista, educado,
Y sin embargo…
¡Madrid nos mata tanto! ¡Madrid nos ha matado!
Él sigue y sigue muriendo entre sus calles y barrios.
Yo, sin embargo….he muerto dejando al lado su encanto,
Alejándome de todo, marchándome del barrio.
Salzburg 17/09/2005